La Universidad de Buenos Aires (UBA) atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia reciente. Tras el veto del presidente Javier Milei que afectó directamente el presupuesto universitario, la casa de altos estudios más importante del país anunció un plan de restricción de gastos operativos sin precedentes.

Una alta fuente del rectorado fue contundente al dialogar con NA: “No hay más plata en serio”. La frase refleja la preocupación de autoridades, docentes y estudiantes frente a un escenario que amenaza con paralizar el normal funcionamiento académico y científico de la institución.

Las restricciones en la UBA

De acuerdo con lo firmado por el secretario de Hacienda, Matías A. Ruiz, las medidas alcanzan a todas las facultades, sedes y edificios de la universidad, con excepción de los hospitales universitarios y áreas críticas. Entre las disposiciones más importantes se destacan:

Prohibición del uso de aires acondicionados y calefacción, salvo en hospitales universitarios y sectores donde sean imprescindibles para equipos tecnológicos.

Restricción del uso de ascensores, que quedarán habilitados únicamente para personas con movilidad reducida y en situaciones de emergencia.

Prohibición del uso de gas en calderas de los edificios universitarios, también con excepción de hospitales y áreas técnicas.

Suspensión de programas de investigación, ciencia y técnica, que dependerán de la disponibilidad presupuestaria.

Limitación de “UBA en Acción”, que solo podrá continuar si recibe financiamiento externo o aportes privados.

Estas restricciones permanecerán vigentes mientras el Congreso no revierta el veto presidencial. Según fuentes del rectorado, es probable que se extiendan durante todo el cuatrimestre.

Impacto en la comunidad universitaria

El ajuste pone en jaque no solo el funcionamiento académico sino también la continuidad de proyectos de investigación y extensión universitaria, áreas en las que la UBA se ha destacado a nivel regional e internacional.

La medida obliga a la comunidad universitaria a buscar nuevas fuentes de financiamiento externo, tanto públicos como privados, en un contexto donde la incertidumbre se multiplica.